Cuando llamó la policía esta mañana a casa me quedé pensativa durante un largo rato. ¿Qué me estaban diciendo? ¿Que me habían visto a las dos de la madrugada dando saltos por la calle con unos amigos y que no les había hecho ni caso? Dicen que me dijeron que de dónde venía y que les dije que de una despedida de soltera, de la discoteca coyote o algo así. La gente no sabe ya qué contar… pero si yo estaba en casa, cómo es posible que ahora me venga la policía y diga que ha encontrado una cartera con mis datos, mi DNI, mis tarjetas de crédito, unos cuantos eurillos, vaya no lo entiendo. Yo ya les he dicho que es imposible, que no tengo por costumbre salir por las noches, que mis horarios y mis criterios son igual de rígidos. Es que yo ya estoy durmiendo cuando son las 11 de la noche, es que no lo entienden…
La vida es más seria que todo eso, no puedo entender que me digan que hay vida en las calles a partir de las 12 de la noche. Vale, ya sé que hay gente para todo, pero es que hace falta valor para plantarse en un barco con cuatro amiguetes y pensar que allí le van a dar algo a una que pueda necesitar, algo como un rato de esparcimiento, de alegría, de olvidar los sinsabores de la vida, de mirar al futuro con optimismo…
En fin. Algo preocupada sí que me he quedado. He bajado al portal de forma rutinaria. Suelo madrugar y desayunar a eso de las 10 de la mañana en una cafetería cercana y, al abrir el buzón he visto, en su interior, un sobre con el membrete de la Guardia Civil. Lo he abierto y, ¿Qué había allí dentro?, … He encontrado, perfectamente clasificadas mis tarjetas de crédito y mi DNI.
Aún no acabo de entenderlo…
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