despedida

“Gema se casa”. Ese era el texto del mensaje que llegó a los móviles de sus selectas amigas; especie de código o contraseña que pocos días después pondría en marcha el mayor despliegue de ideas para una despedida de soltera inolvidable.

Enseguida organizamos una kedada secreta, algo así como una reunión de la mafia o aquelarre de brujas salidas, donde analizamos las posibles alternativas.

De todas las propuestas –alguna de ellas imposibles de reproducir- votamos por la que ofrecía más diversión y resultaba ser la más novedosa.

Y aquí estoy, de regreso de la despedida de soltera de Gema; enamorada del amor, del mar, de la gente… y de aquel coctel que me preparó Edu, un marinero-camarero que estaba como un tren.

Sí, camarero-marinero, porque la fiesta la celebramos en un barco navegando en la noche del mar Mediterráneo, bailando y pasándolo pipa. Había de todo: canapés, barra libre, música, animadores, strippers… y hasta un apuesto capitán. La diversión estuvo asegurada gracias a la organización de las despedidas en barco, que no dejaron escapar ningún detalle

La nave era muy grande, iluminada de proa a popa –o como se diga-, lo que la hacía un lugar ideal para la fiesta y, por qué no, para algún pequeño romance. Que es lo que me ocurrió a mí entrada la madrugada… sí, con el tal Edu.

Claro que no fui la única. Allí había material para elegir, porque coincidimos con una despedida de soltero y mis amigas también aprovecharon la ocasión… incluida Gema.